Su alma yace lejos, sobre su cama, mientras que yo he conseguido traerme su cuerpo. Tendido junto a mí, mi amigo inerte y desnudo es todo piel blanca y quietud. Me preocupa que su cuerpo se descomponga, y no lo pueda devolver. Que su alma no entre en el tejido medio podrido, y haberlo matado de verdad. Me preocupa que ya sea tarde. O quedarme dormida, y acordarme en unos días de que tengo el cadáver de mi amigo entre las sábanas, y que la policía empiece a buscarme. Me preocupa que su familia entre en su cuarto y vean su alma azul, flotando extendida a un palmo sobre el colchón, y sepan que le he asesinado.
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