jueves, 31 de marzo de 2016
Deseo
Me acerco un poco a la puerta. Pequeñas briznas de hierba algo descolorida salen junto a la pared.
Agarro el pomo, deseando que ceda para mí, y gira costosamente, como diciendo "haz el esfuerzo, merece la pena".
Y al otro lado, donde debería haber una habitación oscura, me esperan cuatro paredes ruinosas abiertas al cielo azul.
A diez metros de mí, en la pared opuesta hay otra puerta. Ésta está cubierta de pintura blanca desconchada, y tiene un pequeño ventanal.
Me acerco a ella y veo el mar a través de los cristales sucios.
Pero aún no quiero abrirla: me he precipitado.
A mi derecha hay un mueble con cajones, cubierto de la misma pintura que la puerta, y en la mitad superior tiene un armario cuya puerta es una pequeña ventana.
Dentro no queda nada, de forma que sigo investigando.
Llevo viendo esta casa desde que era pequeña y había gente habitándola.
Los que vivían aquí se fueron hace unos años, y hoy he reunido el valor para venir a investigar.
Querría observar todas las cosas que quedan aquí, pero la puerta blanca me está llamando. No aguanto más.
Dejo el resto de muebles atrás, para volver a mirarlos en otra ocasión que sé que nunca llegará.
Tiro de la puerta blanca que abre camino a la playa.
Pero no se mueve ni un milímetro.
Ésta sí está bloqueada.
Vaya.
Iré a mirar los otros muebles.
No.
Demasiado tarde. Esto fue todo.
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